Diálogo 5
- Dígame por favor si es que le viene el ánimo para este día ¿cómo se siente con este tronar del cielo?
- Me preocupan mis oídos y mi traje y como no traigo sombrero lo demás está bien…
- ¿Se ha fijado que las armas que tienen los superhéroes cuando batallan en los cielos tienen los mismos rayos?
- ¿Desde cuándo pone atención usted en esas cosas?
- Desde que estoy así…
- Le han dicho que su estado es muy riesgoso...bueno no tanto pero coincido al menos en que hay una cuota importante de peligro…
- ¿Respecto de qué asigna usted las cuotas de peligro?...no importa, mire qué espléndido, cruzó todo y atento porque ahora van a venir los disparos de los cañones…
- Parece que no va a decirme nada…al menos no mientras esté tan conmovida con la tormenta...
- ¿quién puede hacer otra cosa?
- Apenas la escucho, está hablando muy despacio, ¿está hablando cierto?
Son jirones de luz encandilados en sí mismos como pequeños ríos entre las nubes, todo ocurre en el cielo y su tormenta y todo está repleto de agua, pequeñas gotitas caen para avisarnos que miremos hacia arriba, y ahí está la mar estruendosa con sus olas agazapadas que retumban y estallan y la espuma sin forma fija se desparrama en una ventana del universo. La luz en las tinieblas o al revés la tierra en el cielo y nada de eso al fin, porque en lontananza una línea intensa y delgada se dispara entre los azules y nos cubre en nuestro ahogo y muerte cuando abrimos los ojos, un tronador ronco de voz quieta nos despierta otra vez y cándidos como los pájaros, volamos mientras dura la electricidad perfecta y esta piel de carne sin remedio se nos moja y calcina.